Mallorca es sinónimo de playas y calas de prestigio mundial, pero también de naturaleza, de golf, de cultura, de deportes náuticos, de diversión… Hay muchos motivos para viajar a este enclave de las Islas Baleares.
Esta isla, con casi 80 kilómetros de distancia de un extremo a otro, sobresale por su diversidad. A lo largo de sus 550 kilómetros de costa encontrará algunas de las calas y arenales más hermosos del Mediterráneo: playas blancas dotadas con todos los servicios conviven con diminutas ensenadas entre pinares y acantilados en el norte. Sus aguas claras y limpias son ideales para bañarse y para practicar actividades náuticas como submarinismo, windsurf, pesca, vela o incluso surf. Aunque no son los únicos deportes que puede realizar: existen numerosos campos de golf, de diseño cuidado y perfectamente integrados en el entorno, que se adaptan a cualquier nivel. La naturaleza también tiene un lugar destacado. Cerca del 40 por ciento del territorio está protegido. Con un paisaje marcado por los contrastes, destacan los espacios de la Sierra de Tramuntana, al norte, con picos que superan los 1.400 metros, y el Parque Nacional Marítimo y Terrestre de Cabrera, un conjunto de islas e islotes ubicado a poco más de una hora de navegación.